Cómo salir de una relación cuando tienes miedo a quedarte sola
Patricia Diez Diez

Salir de una relación que ya no te hace bien es difícil, pero cuando el miedo a quedarte sola entra en la ecuación, se vuelve casi imposible. Es como si estuvieras en un barco que hace aguas por todas partes, pero en lugar de saltar y nadar a tierra firme, te aferras a la barandilla porque el mar te da más miedo que hundirte con el barco.
Pero quedarte en una relación por miedo a la soledad no es seguridad, es autoabandono. Así que vamos a desmontar ese miedo, pieza por pieza y a ayudarte a salir de ahí:
1. ¿Realmente estás “acompañada” o solo con alguien?
Muchas veces, el miedo a la soledad no viene de estar sola, sino de sentirte sola. Y aquí la pregunta incómoda: ¿realmente te sientes acompañada en esta relación o solo tienes a alguien físicamente al lado?
Imagina que estás con tu pareja en el sofá. Estáis juntos, pero cada uno con sus historias. No hay conversación, no hay conexión, solo la "comodidad" de saber que hay otro cuerpo en la misma habitación. Ahora piensa en una tarde con una amiga con la que te ríes hasta llorar. ¿Dónde sientes más compañía?
Estar con alguien que no te hace bien no es compañía, es una prisión con compañía fantasma.
2. El síndrome de la silla incómoda
Imagínate que estás sentada en una silla que te hace daño: puede ser porque la espalda te duele con el respaldo que tiene o porque siempre le da el sol y está demasiado caliente haciéndote daño en la piel o porque es antigua y las astillas de la madera se te clavan... por lo que sea. Al principio, aguantas porque "no es para tanto". Luego empiezas a moverte, a cambiar de posición, pero el dolor sigue ahí. Cada día que pasas en esa silla te duele más, pero te has convencido de que si te levantas, no habrá ninguna otra silla donde sentarte. Así que te quedas y aguantas como sea.
Este es el miedo a la soledad: crees que si dejas esta relación, te quedarás sin amor, sin opciones, sin alguien que te elija y serás poco menos que una perra abandonada en una gasolinera en verano. Pero la realidad es que hay cientos de sillas cómodas esperándote… solo que no puedes verlas porque sigues atrapada en la misma postura dolorosa.
¿Cuántas veces has escuchado a una mujer decir “no sé por qué no lo dejé antes” después de salir de una relación que no les hacía bien? En el momento, parecía imposible, pero una vez que dieron el paso, se dieron cuenta de que la vida era mucho más grande fuera de esa relación.
3. ¿Miedo a la soledad o miedo a ti misma?
A veces, el problema no es la soledad en sí, sino lo que nos encontramos en ella. Cuando nos quedamos solas, ya no hay distracciones, no hay alguien a quien cuidar, no hay un drama externo en el que volcar nuestra energía.
Y eso puede ser aterrador.
Es como cuando tienes una habitación desordenada y la luz está apagada. Mientras no la mires, puedes hacer como si el caos no existiera. Pero en cuanto enciendes la luz (es decir, te quedas sola), te das cuenta de todo lo que hay por ordenar.
Si tu relación es una distracción para no enfrentarte a lo que hay dentro de ti, entonces no necesitas una pareja, necesitas un espejo y tiempo para ti misma (lo sé, es mucho más fácil de decir que de poner en práctica).
4. Romper la mentalidad de escasez: hay más de una persona en el mundo
El miedo a quedarte sola muchas veces viene de la idea de que nadie más te va a querer. Es una mentira que te cuentas basándote en experiencias pasadas o en creencias que has absorbido sin darte cuenta.
Imagina que te dicen que solo existe un autobús en toda tu ciudad. Te subes, aunque sea incómodo, aunque el conductor sea un borde, aunque no te lleve adonde quieres ir. Porque crees que si bajas, no habrá otro autobús jamás.
Pero la realidad es que hay miles de autobuses. Algunos no son para ti, otros te llevarán a destinos increíbles. Pero si no te bajas del que no te hace bien, nunca sabrás lo que hay fuera.
Imagínate que conoces a alguien en una fiesta, en el trabajo, en el gimnasio. Te cae bien, pero inmediatamente piensas: “seguro que no le gusto”, “seguro que no me hablaría si no fuera por cortesía”. ¿Y si no? ¿Y si sí? No puedes saberlo si sigues encerrada en la idea de que solo una persona en todo el mundo te puede querer.
5. Construir tu propio hogar interior
El miedo a la soledad desaparece cuando te conviertes en tu mejor compañía. Si ahora mismo la idea de estar sola te asusta, significa que necesitas construir una relación más fuerte contigo misma. Soy consciente de que esto te puede asustar y mucho, así que no intentes hacerlo de golpe. No puedes pasar de no estar contigo misma ni un minuto al día a intentar estar las 24 horas.
Piensa en esto: cuando tienes una casa acogedora, con luz, con cosas que te gustan, no te importa estar en casa sola. Pero si la casa está fría, vacía y desordenada, te inventarás cualquier excusa para salir corriendo.
No se trata de buscar otra relación rápido. Se trata de hacer de tu vida un lugar tan bueno que la soledad no sea una amenaza, sino un descanso.
Cómo llevarlo a la práctica:
-
Empieza a hacer cosas que te gustan sin depender de nadie.
-
Llena tu tiempo con proyectos, aprendizaje, hobbies.
-
Conócete mejor: escribe, duérmete sin móvil, haz terapia.
-
Rodéate de gente que te nutra, no solo de quien esté disponible.
Cuando tu vida está llena, el amor se vuelve una elección, no una necesidad desesperada.
No te quedes por miedo, quédate por amor (y si no hay amor, vete).
Salir de una relación cuando tienes miedo a quedarte sola no es fácil, pero es posible. Y lo más importante: es necesario si estar en ella significa abandonarte a ti misma.
Nadie más puede tomar esta decisión por ti. Pero cuando des el paso, te prometo algo: vas a descubrir que la soledad no era el problema… el problema era creer que no eras suficiente para enfrentarla.
Ahora dime: ¿qué es lo que más te asusta de quedarte sola? Escríbelo, léelo en voz alta y empieza a desmontarlo. Tu vida no se acaba aquí. Solo está esperando a que te elijas a ti 🧡